Fragmentos


Aquí algunas de las cosas que escribí hace un tiempo.

7 MINUTOS

Te entrego mi corazón porque es lo único que tengo, te abro las puertas de él porque es como una casa saqueada miles de veces de la cual ya no puedes romper ni robar nada.
A cambio sólo te pido una cosa: un abrazo que dure 7 minutos. No quiero un segundo más ni uno menos, 7 minutos es el tiempo justo que necesita mi corazón para decirte en silencio lo que siente. 7 minutos me bastan para en tus brazos imaginar una historia que sea diferente, borrar el pasado y dibujar un futuro mejor –tal vez hasta me dé tiempo de colorearlo un poco-.
Así que sólo enrédame en tus brazos y guardemos silencio, tú creerás que es una niñería más y te limitarás a tolerarla haciendo muecas que mis ojos ciegos han decidido ignorar; yo lloraré en silencio pero no te preocupes, evitaré mojar tu camiseta porque sé que esa es tu preferida. Tú fingirás que no me escuchas pero sé que me apretarás un poquito más fuerte –tan poco que apenas y será perceptible pero la piel en mi espalda lo notará instantáneamente.
Tic, toc, tic, toc… han pasado 6 minutos con 57 segundos. Un gemido de dolor sale de mis labios sin que pueda reprimirlo y tú te separas para mirarme a los ojos.
-¿Qué ocurre?
Te miró con los ojos hinchados por las lágrimas de 6 minutos y 59 segundos, ¿es qué en verdad te preocupo o estás fingiendo una vez más? El último segundo, me miras más en mis ojos sólo ves un inmenso vacío. Vuelves a hacer preguntas que no logró entender porque ya han pasado 7 minutos y he vuelto a la realidad.
7 minutos con 5 segundos, por favor lárgate ya...

CORRE, HUYE, MATA...


Tan pronto como me dejaste el mundo se me vino encima, las piernas me fallaron y sin poder evitarlo caí. Mi caída fue tan fuerte que creí que no podría levantarme nunca más, y eso que tan sólo te fuiste por una noche…

Ella camina con miedo sin poder evitar mirar a sus espaldas a cada paso que da; con cada paso acelera el ritmo de su caminata pero también con cada pasó hace añicos otro de los fragmentos de cristal que aún quedaban dentro de ella, allí justo en el corazón.

¡Grita, huye, llora, mata! Pero nunca te rindas… esas palabras resuenan en su cabeza con más fuerza de lo que ella desearía. ¡Grita! Vuelve a repetir obedeciendo instantáneamente; se desgarra la garganta repitiendo “nunca más”, los gritos salen de lo más profundo de su alma y se elevan hasta perderse con el viento. Cae de rodillas, ¡huye! Ya no quiere hacerlo, no tiene a donde ir y aunque lo tuviera sabe que no puede hacerlo; vuelve a gritar pero esta vez de dolor, un cristal se le ha clavado en la mano provocándole una leve herida, mira la sangre correr y desea que nunca se detenga, sueña con que ríos de sangre provenientes de ella corran hasta revolverse con sus lágrimas y ahogarla en la más profunda agonía. Mira su reflejo en un charco de agua y se olvida de la sangre; se da cuenta de que haga lo que haga nunca dejará de sentirlo porque eso de lo que quiere estar se encuentra ahora frente a ella, la atormenta y se burla de su dolor… ¡Sangre termina de correr, déjame seca de una vez! ¿No ves que estoy muriendo? Ni siquiera espera la llegada del próximo pensamiento, las lágrimas ruedan por sus mejillas sin que pueda detenerlas, además, no desea hacerlo. La sangre y el llanto la hacen sentirse humana, por un momento esto logra tranquilizarla pero justo a la par de esto la golpea el último pensamiento ¡Mata! ¿Cómo matar algo que ya no existe? Cielo gris, invierno frío… ¡Sangre, agótate de mi cuerpo! Suplica una vez más.

Miedo, ¿cuándo ha de terminar? Pasado mañana regresas y no sé si pueda soportarlo, sin tus brazos muero de frío y en tus brazos me ahogo. ¿Has de resucitarme para al amanecer volverme a asesinar? No entiendo tu juego, no. No lo entiendo y no he de hacerlo. No entiendo la vida, no. No la entiendo y no he de vivirla.

¡Grita, huye, llora, mata! Pero nunca te rindas
¡Grita, huye, llora…!
¡Grita, huye…!
¡Grita…!
Ella ha olvidado lo que sigue.
EL VIOLINISTA
El violinista era una persona feliz; aunque quizás quien lo viera por primera vez creería que "feliz" era uno de los adjetivos que menos describían la vida de ese hombre.
Él era un hombre ya mayor, el rostro estaba cubierto de arrugas y su mirada había perdido todo brillo; sin embargo, él todos los días se dedicaba a tocar el violín con una sonrisa de oreja a oreja en un callejón de mala muerte.
Su vida entera se resumía prácticamente a su violín; el cual tenía desde hace muchísimos años; estaba sucio, despintado, roto, con las cuerdas rotas y completamente desafinado; cualquier juraría que se haría trizas en cualquier momento... pero no, su violín resistía día a día permitiéndole seguir tocando las melodías que a él le parecían las más dulces y hermosas aunque todo el que pasará se obligará a taparse los oídos por los chillidos irritantes de aquel pedazo de basura.
Desde el amanecer hasta que comenzaba a caer la noche el violinista se paraba justo enfrente de su hogar (que consistía en un sillón viejo y sucio que había recuperado de algún basurero años atrás) y comenzaba a tocar y bailar rítmicamente sonriéndole a todos los que pasaban frente a él; aunque esas personas estuvieran demasiado ocupadas para devolverle la sonrisa y aún más para apiadarse un poco de el esfuerzo que aquel hombre hacía. ¿Acaso no se daban cuenta de que a diario aquel hombre entregaba la vida para sobrevivir? Lo daba todo, cada gota de sudor, cada paso, cada sonrisa; eran intentos fallidos para conseguir una moneda, para mantener la esperanza de que quizás al día siguiente tendría algo que llevarse a la boca, para pensar que el día de mañana seguiría allí para tocar su violín. Pero los humanos somos egoístas por naturaleza; él lo sabía aunque se negaba a creerlo, pese a las burlas y humillaciones de sus compañeros de la calle el a diario amanecía con la esperanza de que encontraría a una persona diferente; a alguien que se apiadará de él y su violín viejo, que supiera apreciar su música que si bien no era lo que los artistas llaman maravilloso, estaba hecha con pedazos de su alma y corazón y por eso valía más que cualquier obra maestra de algún músico reconocido; él no perdía las esperanzas, encontraría a alguien que no viviera encerrado en su mundo, alguien que conociera la PIEDAD y el AMOR, sabía que en algún lugar esa persona existía y era a esa persona a quien dedicaba todas las piezas que a diario tocaba.
A estas horas el violinista ha dejado de tocar, el violín está guardado en una vieja caja de cartón y el está recostado en su sillón, intentando cubrirse con algunos harapos y pedazos de periódico que ha encontrado en la basura; el frío le cala los huesos y siente que no resistirá más; sólo le pide a su cuerpo que aguante un poco más, al menos hasta el día de mañana porque no puede irse sin conocer a esa persona que le demostrará que tocar el violín durante toda su vida realmente valió la pena

-Untitled-
Hoy desperté y descubrí que soy invisible; invisible para el mundo e invisible para mí.
Hoy descubrí que la vida no es lo que soñé....
- ¿Me amas? -Preguntó ella suavemente mientras acariciaba su rostro con dulzura
Él frunció el ceño y la miró molesto
- Te he dicho que odio que me preguntes eso
Ella bajó la mirada tristemente y dejó de acariciarlo para comenzar a arrancar pedazos de pasto
- Vale no te enojes, sabes que te amo... es sólo que no sé porque siempre tienes que preguntarlo
Entonces ella se levantó y cuidadosamente se sacudió las rodillas
- Si yo tampoco lo sé aún
Y sin decir más se dio la vuelta y comenzó a caminar, él se levantó rápidamente y la sujetó del brazo
- No empieces por favor
- Sólo déjame ir - Susurró ella débilmente
- ¡No! ¿Por qué siempre tienes que ponerte así?
- Tal vez... tal vez tú no lo necesites pero yo sí; no puedo ser como tú, soy demasiado frágil...
- ¿De qué hablas? ¿Qué necesitas?
Una lágrima rodó por su mejilla
- Ser amada un poquito...
Diciendo esto salió corriendo pero él no intento alcanzarla; se había cansado de que siempre fuera así...
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DIÁLOGO

Motivos sobran, razones quizás faltan
pero la vida sigue
Y todo resulta absurdo
No importa nada
Tan rodeada de gente y a la vez tan sola
Y a veces tú no lo quieres
Cuando las razones sobran
En un mundo lleno de desolación
Estas aburrida de seguir
Realmente ya es imposible encontrar un sentido
Caes en una mediocridad que ni tú misma entiendes
Si el amor eres tú, soy yo, somos todosAlineación a la derecha ¿entonces
por qué el mundo está así?
Las personas te dan igual
Y a la vez importan tanto
Ahora sólo te tengo a tí
Ahora ya no tengo nada
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WAIT FOR YOU

¿Para qué seguir? ¿Qué caso tiene ya todo esto?
Miles de preguntas pasaban por mi cabeza, por momentos me bloqueaba y no podía pensar en otra cosa que no fueran problemas, buscaba algún sentido, algo positivo que me dijera que todo tendría solución, que lo que estaba haciendo era un mero drama que en cuestión de minutos se me pasaría...
Pero no fue así, la lluvia seguía cayendo cada vez más fuerte, empapando mi rostro ya de por si lleno de lágrimas; para colmo estaba helando, sentía el frío en la piel como si miles de cuchillas me atravesaran, temblaba de frío y de miedo...carajo! grité una y otra vez....no hay nada. Entonces, se me ocurrió que si ya no había motivos para seguir no tenía porque hacerlo, miles de ideas cruzaron por mi cabeza....arrojarme a las vías del metro; no, haría que muchas personas llegaran tarde a su destino, podría incluso arruinarles algún contrato importante o una visita con sus seres amados. Cortarme las venas, no era mala idea pero eso de desangrarme toda a mitad de la calle y aparecer en algún periódico de nota roja no era lo mío, no quería llegar a ser conocida por algo así. Envenenarme, ¿con qué? el dolor era una fuerte pero lenta poción, necesitaba algo más rápido....
Me senté en el piso ante la mirada de los demás, estaba hecha sopa, con la ropa mojada y el cabello en el rostro parecía una vagabunda pero...a ellos que les importaba? no tenían acaso sus propios problemas? sigan caminando, no se fijen en mí! después de todo, siempre ha sido así....Cerré los ojos dispuesta a dormir, era una locura; dormida en la calle a mitad de una tormenta, pero que importaba, quizás moriría de pulmonía o algo así....sería rápido?, justo estaba pensando en dejar una nota o algo así por si alguien me encontraba ahí, muerta y mojada, quizás alguien se apiadaría de mí e intentaría hacer algo -aunque ya fuera tarde-; si existía alguien así lo agradecería eternamente. Seguía construyendo toda esa dramática novela cuando algo vibró en mi bolsillo, mi primera reacción fue de susto pero recordé que traía el maldito celular, estúpido aparato causa problemas, así solía llamarlo pues era la única utilidad que le encontraba. Dejé que sonara sin fijarme siquiera en el número, y así siguió haciéndolo una y otra vez...me estaba enloqueciendo; justo cuando estaba a punto de arrojarlo a la alcantarilla miré la pantalla iluminada: un mensaje recibido. Por alguna extraña razón sentí curiosidad y lo abrí. Siete palabras, mi número de la suerte -una banalidad estúpida que se me ocurrió al momento gracias a mi patética obsesión por contar siempre las cosas-, pero exactamente siete palabras que cambiaron todo, en aquella pantallita sólo se leía: ¿Estás bien? Estoy preocupado por ti. Respóndeme.
Sé que suena estúpido pero no quise pensar en nada, lo único que hice fue correr; tropecé varias veces gracias al asfalto mojado y claro, a mi torpeza. Casi fui atropellada pero logré salvarme de milagro no sin llevarme unos cuantos saludos de los furiosos conductores, pero al final lo logré. Subí las escaleras (¿por qué carajo habíamos elegido un lugar con escaleras?) y volví a tropezar pero esta vez sufrí una dolorosa caída (definitivamente, las escaleras fueron una muy mala elección).
-No importa - Me repetí en voz baja, no supe en qué momento pero comencé a llorar. Casi a gatas subí las escaleras faltantes y quedé frente a la puerta. Valla, aquí comenzó otro de mis viajes filosóficos en el que me preguntaba si los sueños en verdad existían, esto era lo que había soñado...pero no lo era. No era una casa en medio de la nada, rodeada de árboles y sin más vecinos que el oso que quería comernos. No, era un departamento a mitad de la horrible, contaminada e histérica ciudad, nuestros vecinos no eran osos sino gente igual de ruidosa y molesta y los problemas seguían ahí. ¿Cómo carajos iba a ser eso lo que había soñado? Furiosa di media vuelta dispuesta a irme (¿A dónde? rayos, mi plan tenía una falla... ¡qué raro!), así que pensé que si nada podía estar peor entonces no tenía nada que perder. Metí la llave y giré lentamente la perilla; la puerta se abrió y me quedé petrificada en la entrada sin atreverme a caminar. Lo era, realmente era mi sueño...cada mueble, cada cuadro, cada detalle era nuestro y tenía una historia y un porqué de su estancia en ese lugar; di dos pasos lentos al frente y un olor dulce y suave me embriagó...mi hogar; rosas, lima, canela, chocolate y fresa pude percibir cada uno de esos olores y por último aquel aroma que tanto disfrutaba...tú aroma, aquel que me enloquecía y por el cual me convertía en miles de inimaginables personajes. Supe que todo estaba bien, todo era cálido, el frío había desaparecido...Quise desplomarme en el sofá (ese sofá que tantos recuerdos me traía, el de las descargas eléctricas en la espalda) pero percibí tu aroma aún más fuerte, estabas ahí, en nuestro pequeño rincón, nuestra habitación, nuestro espacio, sólo nuestro...la puerta estaba entreabierta así que entré lentamente...una luz tenue iluminaba el lugar; me costó acostumbrarme a la poca luz y en cuanto lo hice creí que me iría de espaldas.....
Ahí estabas tú, hermoso como siempre, con tus penetrantes e increíbles ojos fijos en mí, tu rostro perfecto se llenó de preocupación, hiciste una mueca que me hizo sonreír...nunca nadie había hecho una expresión así al verme; era tan tierna, tan protectora y dulce que sentí un nudo en la garganta pero intenté controlarme.
-No te escuché llegar...estás empapada mi amor, ponte ropa seca o te vas a enfermar
Esas frases terminaron de llenarme el alma hasta que no pude más y comencé a llorar, viniste a mí rápidamente y me abrazaste, me hiciste mil preguntas que no pude contestar porque no quería hablar; me sentía tan bien ahí, refugiada en tu pecho, no quería que nada rompiera ese perfecto estado de paz....no sé cuánto tiempo pasó, quizás fueron horas o tan solo segundos, pero lograste que todo estuviera bien, en mi mente todo volvió a su estado de orden y calma...estoy segura de que tú también notaste eso pues te retiraste dulcemente y me miraste como solamente tú sabes hacerlo, haciéndome sentir amada, hermosa y en paz
-¿Quieres contarme lo que sucedió?
Asentí con la cabeza y nos sentamos al pie de la cama, entonces te lo conté todo, cada uno de mis problemas, de mis frustraciones, de mis vacíos...sentí como si te hubiera contado la historia entera de mi vida, cuando terminé me sentí cansada como si hubiera hecho un gran esfuerzo que provocara que todo lo que tenía dentro de mi saliera volando y se esfumara lejos, eso me hizo sentir muy en paz...creí que me desvanecería pues la debilidad llegaba a mi cuerpo rápidamente...pero tú me sostuviste, me tomaste de los hombros y me obligaste a mirarte a los ojos, luego me rodeaste la cintura con un brazo y comenzaste a hablar, me dijiste que todo está bien, me recordaste todas las veces que había logrado superar mis problemas pese a que sentía que no podía más, me dijiste que estaríamos juntos, que podía contar contigo y que todo estaría bien siempre que fuera así...para cuando terminaste las lágrimas habían iluminado mis ojos, me abrazaste fuertemente con esa ternura sobrenatural que me enloquecía; entonces comencé a besarte, te besé con ternura luego con ansias que se volvieron pasión y locura...me apartaste dulcemente y me advertiste de nuevo que enfermaría sino me ponía ropa seca....sonreí y te dediqué una mirada perversa
- Un baño con agua muy caliente me haría sentir mejor - Sé que interpretaste muy bien mi señal pero hiciste como si no fuera así, eso me enloqueció aún más; te tomé de la mano y lentamente te conduje al baño...abrí la regadera y esperé a que hicieras tú lo restante; así fue, me quitaste la ropa lenta y cuidadosamente, cuando terminaste hiciste que entrara a la regadera pero tuve miedo de que huyeras y te jalé hacia mí, creí que te enojarías por haberlo hecho pero no fue así, comenzaste a besarme con esa sed de tus labios por los míos, de esa forma que me provocaba las más deliciosas sensaciones...me deshice de tu ropa mojada y lentamente hicimos el amor, como sólo nosotros sabíamos, más parecido a una obra de arte que a un simple placer carnal, de esa forma estética, dulce, cuidadosa, tierna, ardiente e increíblemente hermosa....
Cuando terminamos regresamos a la cama donde hubo un millón de besos dulces y ardientes junto con incontables caricias tiernas y ansiosas una vez más....reinventamos formas, palabras y sentidos hasta que exhaustos nos abrazamos en silencio fusionando nuestras almas para que fueran una sola; me recargué en tu pecho como siempre solía hacerlo y comencé a escuchar el latido de tu corazón; mi melodía favorita, mi canción de cuna, nuestra melodía de amor...entonces me pregunté porque latía tu corazón, sabía la respuesta científica, bombardeo de sangre y bala, bla, bla....pero no quería esa respuesta, quería una verdadera, quería saber que encendía tu alma, qué hacía que la sangre fluyera por tu cuerpo y llegará a tu corazón provocando ese hermoso sonido...la inquietud me invadió y entonces te acercaste a mi rostro y dulcemente me susurraste al oído un "te amo", luego besaste mis labios, fue un beso corto pero hermoso que respondió a mi pregunta...si, era yo; eras tú el que provocaba todo eso en mí (el latido de mi corazón, mi alma ardiendo, el éxtasis de mis sentidos) y también era yo eso para ti, era tuya y eras mío...en ese instante solté una carcajada tan grande que provocó que las lágrimas rodaran de nuevo, pero esta vez eran lágrimas de alegría...te moviste para mirarme, creías que ya había enloquecido
-¿Qué es tan gracioso? - Me miraste con cierta preocupación y la vez enojo, pues quizás pensabas que me reía por algo que habías hecho pero mi única reacción fue abrazarte con todas mis fuerzas aferrándome a ti
-Es que ahora lo entiendo todo- La risa me impedía hablar bien pero no importaba, nunca en mi vida había sido tan feliz...
-¿Qué es lo que entiendes?
Me separé de ti y te miré a los ojos, la risa había parado pero las lágrimas seguían
-Entiendo el sentido...entiendo mi sentido- Me miraste confundido aunque sé que en el fondo lo entendiste, te limitaste a sonreír y volviste a abrazarme
-Para siempre- De nuevo me separé de ti, esta vez para besarte con todas mis fuerzas, con todas mis ansias, con toda mi alma....
Y entonces, volvimos a acostarnos, mi cuerpo se aferró al tuyo casi con devoción; tus brazos me protegieron dulcemente, cerré mis ojos y me di cuenta de algo curioso: nuestros corazones latían a la misma velocidad, estaban en sintonía, la armonía de ambos era tan precisa que resultaba increíble...pero para mí resultaba más que obvio que no tenía nada de extraño, después de todo, siempre había sido así y seguiría siendo igual para toda la eternidad...
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 -UNTITLED-

Parece que estas buscando a la persona equivocada, 
la princesa que yo conozco no viste de rosa, 
no es tierna y dulce y mucho menos vive en un reino de cristal
Quizás me equivoque, pero ella es tan fuera de lo común
no ha salido de un cuento de hadas sino de una novela de Hesse
no es normal ni busca serlo, su mundo no es rosa, ni azul ni morado
es de luz blanca, compuesto por un montón de pedazos de mascaras de colores que ella misma destruyó. 
¿Es ella a quién buscas?

La princesa esta triste, pero no puede llorar
es que acaso le has dicho algo
o es que ya se ha cansado de esperar

¿acaso es que lo valgo?
se pregunta la princesita cansada de rogar

corre esperanzada sabiendo que no vale la pena

sólo espera que llegue la noche
sólo espera que el sueño la venza....

pequeña y llena de ilusiones
grita en espera de una respuesta
curiosa, la invaden sensaciones
y ríe mientras la luna esta puesta

no quiere riquezas, no es eso lo que busca
quiere aventuras, es eso lo que disfruta
no quiere recuerdos ni pasados que duelen
quiere sonrisas de amor, busca el presente
CUANDO DIBUJO SU CICATRIZ
Si me sueltas entre tanto viento,
¿cómo voy a continuar?

Camina,
sus pasos resuenan en toda la habitación, los tacones producen un eco que sólo ella puede percibir,
¿quién más habría de hacerlo?,
esta sola, 
pero ya no tiene miedo, sabe que esta noche no ha de morir.
Lo escucha del otro lado de la puerta, casi puede imaginar sus movimientos, cierra los ojos y su imagen aparece frente a ella.
Ahora fuma un cigarrillo, tiene el ceño fruncido y se ha llevado la mano al estómago; otra vez aquel dolor cuyo origen desconoce. Debería ir a un doctor, piensa y en un instante se aborrece por preocuparse por aquel hombre.
El único sentimiento permitido es el odio.
La muerte como único deseo.
El gime levemente de dolor y una sonrisa se dibuja en su rostro ahora con nacientes arrugas producto de la desesperación, los gritos y la frustración en aquel alma que alguna vez fue bella.
Belleza, hoy le suena tan lejana; al igual que la pureza y el amor, ¿qué existe ahora? ¿en qué se ha convertido?
Toma una gran cucharada de miedo, agrega injusticia, violencia, odio, obsesión y mucho, mucho dolor; mezcla perfectamente y en poco tiempo habrás logrado un alma corrompida e inhumana; la gracia y belleza se convertirán en porquería y rencor.
La perilla de la puerta gira lentamente y ella se tira al piso fingiendo dormir, tal vez esta noche él no le crea, tal vez vuelva  a despertarla con gritos y violencia como los primeros días de su encierro en los que ella suplicaba un poco de piedad; ¿qué significado tiene esa palabra ahora? ninguno, al igual que libertad. Pero esos pensamientos se esfuman cuando él se acerca a acariciar su mejilla y la piel de su cuerpo se eriza, quizás sea miedo.
Aunque hace mucho tiempo que dejó de temerle.
En cuanto él sale de la habitación ella toca con devoción su costado; la afilada hoja sigue ahí, dispuesta a atacar, o tal vez a matar; ansiosa quiere ser liberada, pide a gritos escapar, saciar su sed de venganza, destrozar...
Pero ella sabe que esa noche no será.
Ahora él fuma otro cigarrillo y piensa en ir a la farmacia por algo que lo libre de aquel maldito dolor.
Ella piensa lo mismo, sólo que sabe que el remedio no está en la farmacia; está ardiendo en su cuerpo, justo en su costado.
Pero esa noche no será.
Porque quizás, sólo quizás, esa noche lo ame en secreto.
Con un amor estúpido.
Irracional.
Repugnante.
Enfermo.
Como sólo es el amor puro.